Este grupo de pinturas forman parte del desarrollo de ideas relacionadas a Fraternos: Vincent-El puente entre mi Hermano y Yo. Obras creadas entre los años 2002-2003 y exhibidas en el Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico.
 

Después de los sucesos del 11 de septiembre, contemplaba buscar una manera de recoger a través de la pintura el arduo proceso humano de resignación y restauración. El documentar destrucción y tragedia puede hacerse de mil maneras. Recoger en imágenes cómo los afectados por el mismo evento sobreviven la tragedia no sería tarea fácil. La muerte inesperada no se comprende y no se puede justificar, lo cual hace muy difícil el proceso de recuperación. Continuamos viviendo en pedazos, reviviendo la tragedia entre recuentos de lo perdido y la fabricación de imágenes fantasiosas de lo que pudo haber sido y no fue.
 

¿Qué posibilidades tendrá en estos tiempos una pintura que encierre lo que ardientemente deseamos? Ese sueño que se convierte en nuestra identidad. Ese margen de nuestra realidad que nos permite continuar viviendo y funcionando normalmente. Esas ideas que nos permiten terminar el día como héroes. ¿Por qué nadie ha pintado la ciudad del miedo? Una ciudad cuyos ocupantes, al salir de sus casas cada mañana, se ven obligados a mirar hacia arriba, forzados a mirar de norte a sur y de este a oeste para ver si nuevamente los aviones están cayendo del cielo. Yo no puedo hablar por el dolor de una nación o por el dolor de una ciudad. Han quedado sin aire, sin palabras y sin imágenes que vayan más allá de lo anecdótico de su tragedia. El mayor reto que tenemos los artistas contemporáneos frente a estos eventos no es uno de originalidad sino uno de sinceridad.
 

¿Qué pasa si hacemos del lienzo un pulmón para respirar? Un lugar donde la memoria sana más allá de imágenes de carácter devocional o conmemorativo. Donde cada lagrima se paga con una lagrima y cada dolor con dolor. De esto se trata el trabajo que he realizado en los últimos años. Yo propongo mi propia historia. No para revivir mi dolor sino para entender "la pintura como un mecanismo" que me haga flotar por encima de mi naufragio.
 

La Historia
 

Pintura: Sobreviviendo La Demencia es sobrevivir el recuerdo de los eventos trágicos que rodean a mi familia. Cuando tenía unos veintiún años, mi ya fallecido hermano Félix culminó la vida de mi hermana Nancy, al tomar una noche el arma de fuego de mi padre y dispararle varios tiros mientras ella dormía en su cama. Yo tenía catorce años y dibujaba sobre la mesa del comedor cuando esto sucedió.
 

Mi hermano fue diagnosticado con esquizofrenia y entre reclusiones en hospitales, vivió por intervalos con nosotros. Félix era altamente paranoico, lo cual hacía muy difícil su medicación. En algunas de sus recaídas volvía al pueblo de Vega Alta donde ocurrieron los fatales sucesos para ser devuelto por familiares ó amigos. En una ocasión mi hermano no regresó como lo había hecho en varias ocasiones anteriores. Luego de seis meses de buscarlo por radio y televisión, apareció muerto por deshidratación y hambre en unos campos del área rural.
 

La obra realizada en los últimos años no explora el problema de percepción o el aislamiento que padecen estos enfermos. Estas imágenes apuntan al reconocimiento de un pasado que aún está activo. Esa memoria que siempre moldea nuestra identidad.
 

En mi pintura, el tema de la muerte o el suicidio quedó literalmente escondido y rechazado por más de tres décadas. La persona que haya vivido junto a un enfermo mental entenderá mi ansiedad al realizar estas pinturas. No busco identificar al bueno o al malo. Tampoco busco confrontar la vida o reclamarle nada a Dios. Busco, entre otras cosas, narrar el encuentro entre personajes que me recuerden lo importante que es estar vivo, y para esto Vincent Van Gogh ha sido un medio perfecto.
 

Pinto el dolor sin reclamar la libertad creativa del subconsciente o la independencia de los elementos fundamentales de la pintura. Yo me veo como un espíritu que desea manifestarse en la materia. Un intoxicado que quiere decir algo como mejor pueda. El visionario que, metido en su propia cueva, entiende que por más oscuras o intensas que se vean sus imágenes, éstas forman parte de un proceso de salir a la luz. Por eso mi dolor está lleno de colores. Y los arañazos no son los de un gato que ha caído en el agua sino los del león que reclama el dominio de su territorio.
 

En Los Comienzos
 

En Chicago, entre los años 1980-1982, al descubrir que padecía de un desbalance de azúcar, fue necesario que arañara el papel para crear una serie de autorretratos que me hicieran sentir "real". Uno de ellos sería Escarbando el espíritu de la carne, medio mixto sobre papel, en 1980.
 

Luego de estos autorretratos y a la luz de un nuevo régimen alimentario fue que tomé la decisión de romper con el pasado y todo aquel dolor que intentaba estancar mi desarrollo como individuo. Empecé por romper fotos y recuerdos de todo tipo. Me propuse literalmente no guardar ni coleccionar nada, ni siquiera arte. Había que darle espacio al Roche renovado. En aquel momento tomé la decisión de abandonar mis autorretratos para empezar el proceso emocional de reconocer a los demás. Esta necesidad culminó con una complicada técnica donde el modelo posa bajo el lienzo suelto, a manera de sábana, y se calca su forma por el otro extremo previamente pintado con capas de óleo.
 

Ya no tenía que mirar al pasado. Identifiqué al niño dentro de mí que gozaba al celebrar este aspecto físico y psicológico de mi técnica. La pintura se convirtió en un ejercicio de descubrimiento. Pude unificar sobre el lienzo técnicas de grabado y principios de escultura. El óleo se convirtió en un medio sagrado.
 

El Retorno
 

El mundo visual creado por Vincent funciona como estructura para este acercamiento a lo que se ha perdido. Mi hermano era todo aquello a lo cual yo quería acercarme. Era Félix el que generaba en mí toda curiosidad. En aquellos catorce años era mi hermano y no mi padre "el gran espejo". Tanto Félix como Vincent fueron demolidos por la demencia. Ambos cometieron actos suicidas frente al paisaje rural.
 

Gran parte de nuestro pensamiento raya en la fabricación de lo absurdo, de lo imposible. En esta historia hay que tener presente que no hay un guión ni paralelismos que seguir de cerca. No hay cartas ni yo soy Theo. Estas imágenes hablan de encuentros totalmente irreales, fabricados. En ningún cuadro aparece el rostro real de mi hermano. Los cuerpos son calcos de mis asistentes en las que el rostro de Vincent o el mío se encajan.
 

Todos tenemos secretos de cómo logramos sobrevivir. Interactuamos entre nosotros mismos buscando esos individuos y símbolos que llenen nuestro esquema de supervivencia. Cuando encuentro los míos terminan bajo los lienzos hechos pintura, para recordarme de que aún estoy vivo, que he tenido que aceptar que el dolor es parte de mí. Que la memoria engaña, que pintar para otros sería más conveniente que pintar para uno mismo. Que mis deseos de vivir me lanzan nuevamente frente al espejo de mi propia imagen, obligándome a completar un rompecabezas.

Obras

Arnaldo-Roche-Believe-Me,-I-Bet-it-All-on-this-Table
Arnaldo-Roche-Nature-Has-to-Forgive-the-Insane
Arnaldo-Roche-Seedless,-Who-is-Going-to-Face-the-Sun?
Arnaldo-Roche-Natural-Witness
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